Ante la sabiduría popular no hay más que rendirse. Al menos es lo que nos queda.
Qué bien reconocer el calor a partir del frío en forma de copo, el tacto de una caricia una vez que se ha sentido el agua correr tras deshacerse en la mano. Saber que, a pesar de lo oscuro, siempre puede sorprendernos la luz del blanco; incluso quemarnos desde su gelidez.
Nieve, qué hermosa eres blanca viéndote caer, parar y desaparacerer en un río cristalino.
Qué bella la luz de tu sonrisa, Luz.
1 comentario:
Mi niña, hace muuuuuuucho tiempo que no te veo y me doy cuenta de que sigo perdiéndome cosas tuyas. Ayer conocí a Lucía (la niña de Laura), que tiene sólo unos días menos que tú y cuando la vi andando pensé en que todavía no te he visto así. ¡¡¡Qué poca vergüenza este desencuentro nuestro!!!
Te quiero mucho. Da besitos a mami y a papi. Hasta prontito...
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